La noche que cuelga de los tejados
La noche que cuelga de los tejados
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La primera vez que la vi, ella venía caminando por la Avenida del Río. Caminaba despacio e iba dejando a su paso una estela de corazones malheridos que colapsaban bajo el peso del sonido que producían sus pasos al estrellarse contra el pavimento. Vestía botas de lluvia de color amarillo playa, un vestido azul marino y unas pecas que brillaban como estrellas negras en un cielo blanco leche. Ella era siempre el centro de las miradas, especialmente en días como aquel en que el sol se colaba a borbotones por entre las copas de los árboles y la luz le chorreaba por todas sus aristas y parecía atravesarla lentamente. Su nombre era X. Al principio, cada vez que la veía quedaba mareado y tembloroso. ?Y: 9.13 cmLa primera vez que la vi, ella venía caminando por la Avenida del Río. Caminaba despacio e iba dejando a su paso una estela de corazones malheridos que colapsaban bajo el peso del sonido que producia x 14.42 cm pasos al estrellarse contra el pavimento. Vestía botas de lluvia de color amarillo playa, un vestido azul marino y unas pecas que brillaban como estrellas negras en un cielo blanco leche. Ella era siempre el centro de las miradas, especial- mente en días como aquel en que el sol se colaba a borbotones por entre las copas de los árboles y la luz le chorreaba por todas sus aristas y parecía atravesarla lentamente. Su nombre era X. Al principio, cada vez que la veía quedaba mareado y tembloroso. Cuando X me pasaba cerca ya no podía respirar, se me formaba un vacío hecho de pequeños sustos en la mitad del alma y sentía que me habían arrancado trozos de recuerdos.
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